Proyecto de la Dirección de Bienestar Estudiantil de la U. E. San Luis Gonzaga de Quito, para el acompañamiento de los estudiantes y sus familias.

Minichucaritos Gonzaga

Para quien no está familiarizado con la educación jesuítica quiteña o con las labores del campo (¡sí, del campo!: ganadera, vaquera...), quizá le resulte extraño el término chúcaro.

Y su sorpresa será todavía más grande cuando, en el intento por aprender sobre uno de estos dos ámbitos que debieran ser tan diversos (quizá dispares), visite la gran colección blanca editada por la Real Academia Española de la Lengua, su diccionario, cuya versión también se puede encontrar en formato electrónico, y revise semejante definición de tal término.

Y aunque la palabreja, que según la Academia proviene de una raíz quechua chucru, cuyo significado es duro, la connotación que lleva en nuestra Unidad Educativa nada tiene que ver con el sentimiento (para nada de dureza) hacia quienes lo aplicamos, tradicionalmente los estudiantes que ingresan a octavo de básica, sino mas bien denota el inmenso cariño empleado en la formación de tales bravíos, para lograr que alcancen el tan ansiado magis ignaciano (aquella excelencia humana que pretende nuestro proceso educativo).

Pero, ¡oh, sorpresa!, como decía algún estudiante mayor, toro, que olvidó el tiempo cuando todavía era ternero: "cada vez los chúcaros vienen más chiquitos".

Grande ha sido nuestra alegría al compartir con los pequeñitos de primero y segundo de básica que desde hace ya un mes engalanan nuestra familia, pintan de inocencia nuestro campus y llenan de canciones nuestra vida, hasta ayer meramente colegial y de pop rock...

"Y ahora, ¿cómo les vamos a decir", -se preguntaban-.
"Son como chúcaros, pero más chiquitos... son minichucaritos... ¿o serán chucarines?"

En todo caso, más allá de cómo les llamemos, siéntanse bienvenidos a la etapa más linda de la vida en el lugar más lindo para descubrirla, el Gonzaga.

¡Bienvenidos queridos minichucaritos!



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