Campamento de Quinto curso - Cotopaxi, 2010 |
Ahora que llevo mis primeros días fuera del Colegio, con seguridad, serenidad y agradecimiento, puedo decir que el acompañamiento que nos ofrecen es lo mejor y la más adecuada manera de proceder con un estudiante durante su formación.
De mi propia experiencia, el acompañamiento, -palabra que al principio no entendía y hasta incluso me generaba recelo-, siempre se ha llevado con una confianza tremenda, la cual no se ofrece en cualquier otro colegio. Yo mismo, al haber estado en muchas instituciones de diferentes ciudades en el Ecuador por el trabajo de mi padre, y al haber ingresado recién para quinto curso al Gonzaga, experimenté con agrado desde un principio la tranquilidad del Colegio y, obviamente con ello, la tranquilidad con la cual se maneja todo en él, resaltando sobre todo las relaciones entre estudiantes y las relaciones de los profesores con nosotros, sus estudiantes. De ellas, las que mejor se llevan y las que más nos ayudan sin duda son las de acompañamiento, que se puede dar ya sea por iniciativa tanto del acompañante o del estudiante, pues en verdad, de estas conversaciones se obtienen grandes lecciones de vida a través de una experiencia compartida.
Aún recuerdo cuando en uno de mis primeros días de quinto curso, tuve la primera de mis conversaciones de acompañamiento. Fue muy paradójico que de un chiste hecho en clases (que, debo admitir, tenía de fondo su verdad) haya empezado esto del acompañamiento.
Realmente, hasta ese entonces, no sabía ni qué era ni para qué me iba a servir; después de esa conversación me di cuenta que existen muchas cosas que todos tenemos dentro y que por temor a tenerlas presentes nosotros mismos nunca las sacamos al aire, no profundizamos en ellas, no las “procesamos”. Esa conversación fue la oportunidad de hacerlo, de recibir la guía adecuada para aclarar mis ideas.
Desde ese momento supe, y eso hoy quisiera transmitir a quienes lean esta pequeña nota, que no teman a su verdad y mucho peor no la oscurezcan. Sacarla de uno mismo, aclararla, discernirla y aprender de ella es posible. Para ayudar en todo este proceso están los acompañantes de nuestro colegio, quienes en mi experiencia siempre han sabido cómo ayudarme y por dónde orientarme. Personalmente creo que lo mejor de todo es la capacidad de seguridad que te brindan, la manera tan sutil de hacerte sentir muy orgulloso de tus acciones o la manera en cómo te pueden ayudar a mejorar y cambiar respecto a lo que estás haciendo con tu vida; por supuesto, buscando siempre lo mejor para nosotros y sin obligarte a seguir con un esquema prestablecido: con total libertad.
Para finalizar quiero agradecer a mi Colegio por estos, los dos mejores años de mi vida, y por todo aquello que me brindó incondicionalmente y que me ha servido para crecer como persona ética, moral e intelectual.
“Ser más para servir mejor”.
JuAnK..!!
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