Hace tiempo ya, escuche a alguien decir que "nadie se prepara para las derrotas". En un mundo exigido por el éxito, la rapidez y el placer, pocos son los que estiman y entienden el valor del fracaso...
Hace poco, hace muy poco, tuve la oportunidad de ver a un amigo fracasar, es decir, vivir un pedazo de vida que no estaba entre sus planes, tomar un camino distinto al que anhelaba y "sufrir" las consecuencias. Y es que ¿tiene algún valor el fracaso? Creo que sí.
Cualquiera que ha ayudado a un niño de escuela con una tarea rutinaria, podrá reconocer que lo importante con un deber escolar no estriba solamente en escribir o repetir el concepto (la operación) sino en explicarle de la manera más lógica posible la forma de realizarla. Liberarlo de la magia de lo inexplicable para encantarlo con la magia de la lógica, de lo real y de la belleza.
¿Y no es acaso lo más lógico, real y hasta cierto punto bello el que en nuestro día a día tengamos pequeños fracasos: que el examen no salga como esperábamos, que el resultado del partido no nos beneficie, que aquella que parecía ser nuestra media naranja resulte que no pasó de ser una ilusión incluso hiriente?
¿Es que en esta época nos han robado incluso la tan humana posibilidad de equivocarnos o la tan simple opción de que no todo esté programado, que no todo pueda ser predecible, que no siempre manejemos las cosas a nuestro antojo?
Vivimos con el esfuerzo diario de procurar que todo marche de tal manera que seamos felices y hagamos felices a los demás, pero no quitemos a la vida su capacidad de lograrlo a su manera... la derrota se convierte en victoria entonces cuando somos capaces de vivir aquella lógica y de sacarle provecho aún cuando no todo salga a pedir de boca. Cuando podamos vencer a las dificultades, las podamos sonreír y aprendamos a solucionarlas dejaremos de ser papel al viento para convertirnos en seres humanos vivos en abundancia.
Quizá hemos puesto demasiada atención en un éxito o fracaso de las cosas. Quizá sea momento de comprender que parte de nuestro éxito del ser pasa por el enfrentar los propios fracasos, asumirlos y seguir con alegría...
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