Quito, 21 de noviembre de 2011
Querida Comunidad Gonzaga:
Hemos escuchado hoy, de parte de sus compañeros de octavo de básica, una breve reseña de lo que significa para nosotros la vida de Estanislao de Kostka, santo jesuita polaco: un joven de temple, decidido a forjar su destino, autónomo, bondadoso y jovial… poseedor de un carácter excepcional.
Pero no es de estas virtudes de las que he venido a hablarles en esta mañana. Al contrario, hoy quiero compartir con ustedes una reflexión en torno a todo aquello que es lo opuesto: a la pasividad, al gusto por el descanso, al pensar en mí antes que en los demás, al evitar la fatiga, cumplir hasta donde buenamente se pueda, vivir el hoy sin preocuparse por el mañana, disfrutar sin responsabilidad y saberse por encima de las reglas… algo así como la tan famosa frase suajili que ubicara la prestigiosa Disney en boca de un jabalí y un suricata, “hakuna matata”.
Y es que en pleno siglo XXI, cuando la ciencia ha alcanzado los estándares más altos conocidos nunca antes; cuando según la publicidad es posible reducir de peso sin esfuerzos, dietas ni ejercicios; cuando la televisión por cable nos permite cuatrocientos canales y el Internet cuenta quizá con trescientos cincuenta millones de páginas web de todo tipo, creo que es importante seguir las tendencias de buena parte (creo) de los siete mil millones de habitantes que tiene el mundo, ¿por qué no?
¿Para qué levantarse temprano y ser cuidadosos en el vestir un uniforme?, ¿para qué tener un lenguaje y comportamiento moral de máximos si la mayoría de la población no los tienen?, ¿por qué estresarse con obligaciones y no dejarse guiar simple y llanamente por el placer como norma de vida?, ¿por qué tenerle miedo a que el resto nos llamen mediocres cuando en realidad eso es precisamente lo que queremos ser?
No sé qué es lo que piensen ustedes, queridos amigas y amigos, pero quizá es el momento de sincerarnos y aceptar que cuando faltamos a la verdad (valga decir, cuando no la contamos siquiera completa) nos convertimos en mentirosos; o cuando es más fácil obtener algo simplemente tomándolo a expensas del otro, nos convertimos en ladrones… ¿Para qué llamarnos estudiantes si posiblemente el acto de “estudiar” pudiera ser mas bien una actividad marginal en nuestras vidas? Quizá podríamos llamarnos cibernautas, conformistas o algún otro título que sea agradable para el oído y hasta a lo mejor sea un excelente ejercicio de sinceridad epocal.
¿Qué lograremos con ello?
Sin duda alguna, una sociedad más tolerante en la cual ya no existan personas que nos intranquilicen con “sendas habladas” en torno a la responsabilidad y al sacrificio. Y aunque no logremos un título de bachiller, mucho menos uno universitario, pues para ambos es más importante estudiar que pasar de fiesta en fiesta y subir las fotos inmediatamente en Facebook, quizá logremos la simpatía necesaria para caerle bien a todo el mundo, aprender algunos trucos de malabarismo y con ellos conocer el planeta como mochileros.
Quién sabe, incluso logremos una fortuna amasada ilegalmente a costa del perjuicio de muchos, un elegante automóvil y una casa grande para la familia, con cimientos en la incertidumbre.
Seguro que bajaremos el nivel de estrés aunque subiremos el de colesterol debido a una vida sedentaria (sin esfuerzo físico) y de gula (que disfruta mucho el placer de alimentarse)… y si de algo hay que morirse, pues no existe una verdad tan certera como la muerte que a todos nos visitará tarde o temprano, bien podría ser en un incidente en el que el alcohol sea la causa, pues las estadísticas indican que el riesgo de sufrir muertes por accidentes se triplica a causa del licor.
Ahora que estamos a las puertas de los exámenes, seamos sinceros con nosotros mismos y con nuestros seres más cercanos y propongámonos decir la verdad en torno a si preferimos estudiar o pasar solamente unos momentos agradables con los amigos; si prepararnos para el presente, para el futuro y para la comunidad o simplemente estar al último grito de la moda; si ser solidarios con los pobres o tener la mayor cantidad de comentarios y me gusta en las redes sociales…
Si vivir en medio del esfuerzo asumido para ser mejores llevando la alegría de una vida sin excesos, o hacerlo como un suricata o un jabalí.
Y con esa sinceridad, decidamos libremente nuestras opciones personales sin trampas, sin engaños; al menos con coherencia y valentía.
La Unidad Educativa Gonzaga ya ha hecho su elección y no la cambiamos desde hace algo más de medio siglo, por responsabilidad con Dios, con la Patria y con sus familias.
Y ustedes, ¿ya la han hecho? Demuéstrenlo con sus actos y sean capaces de afrontarla, cualesquiera que sean sus consecuencias.
Muchas gracias.
Por: Francisco Javier Robalino
Director de Bienestar Estudiantil
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