Por Daniela Valencia y Marcela Navarrete (sextos cursos)
“Estaba muerto y me reviviste, estaba perdido y tú me hallaste”
Todo estudiante de primero a quinto sueña llegar a sexto solo para graduarse; el de sexto ve como sueño el hacerlo, pero el objetivo de haber llegado al año final no es el incorporarse como bachiller (bueno también) sino encontrarnos con nosotros mismos y nuestros sueños. Al paso de los años hemos visto a muchos irse, a muchos regresar y a varios olvidar; pero nunca sentimos el soñar tan de cerca…
Muchos nos han contado un poco de su experiencia en ejercicios espirituales, pero cada uno vive estos de diferente manera, al final la parte más importante del retiro comienza cuando este se termina, pues solo cuando regresamos a nuestra vida cotidiana es cuando se espera ver la diferencia, el modo en el que esta experiencia ha cambiado nuestra vida, nuestra forma de percibir y sobre todo SENTIR el mundo…
Los ejercicios espirituales, son mucho más que una práctica de San Ignacio de Loyola para entrar en contacto con Dios, es un reencuentro no solo con Él sino con cada uno, de afianzar respuestas que algún día se tuvieron pero que por los años y la rudeza se fueron olvidando, es el soñar que todo vuelve solo para ti.
Es difícil poder explicar cómo nos sentimos ahora, ya que no solo la paz y la alegría inundan nuestra vida, saber que existe alguien que a pesar de conocer nuestros errores, pecados, sueños, nos sigue apoyando y sobre todo amando, nos ayuda a cambiar, a ser mejor por Él , para que Él siga conmigo, para que nunca nos deje. Saber que a pesar de que día a día mis faltas lo lastiman, lo hieren, Él sigue apoyándome pues es genial, en ejercicios pudimos sentir la presencia de Dios como nunca y verdaderamente llenó ese vacío que nadie había podido, un vacío que estaba consumiéndonos e impedía disfrutar de nuestras vida.
A cada instante de los ejercicios, con cada paso que dábamos nuestra fe se restablecía y crecía, con cada oración nos acercábamos más a Dios y a nuestros amigos, ahora estamos totalmente vinculados, ahora somos una familia que espera que todos nos superemos y seamos felices, finalmente nuestras vidas son nuestras, nos hemos liberado de rencores y malos pensamientos, Dios nos regala un nuevo día y lo que esperamos es aprovecharlo al máximo vivirlo plenamente, SENTIRLO, ahora estamos completamente seguros de que Dios está con nosotros y eso nos basta, ahora puedo responder a tu llamada a la que todos decimos: “Ahora sí, Señor, y como tú quieras”.
¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo allí estás Tú, si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. (Salmo 138)
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